Juan José Millás es uno de mis autores preferidos. Español, con una cosa cortazariana en sus novelas y relatos cortos que siempre me cautivó.
Pero además es un gran entrevistador, y acaba de publicarse una entrevista suya a un personaje de aquellos, a don Felipe González Márquez, o sea, Felipe González, o sea Felipe (el de verdad, no el de los carteles de "mejor Felipe" o "mejor Solá", que, no puedo evitarlo, mi inconsciente lo completa con el "que acompañadá").
Y Felipe, a la pregunta de "¿En qué consiste el liderazgo?" nos cuenta:
"¿Cuál es el misterio del liderazgo en general, no sólo en política? Hay algunas características fundamentales: Una, no puede ser líder quien no tiene capacidad, y/o sensibilidad, para hacerse cargo del estado de ánimo de los otros. Si no te haces cargo del estado de ánimo del otro, el otro no te siente próximo, siente que no lo comprendes y no te acepta como líder. Dos: no hay liderazgo si no cambias el estado de ánimo de los demás, de negativo a positivo o de positivo a más positivo, lo que comporta creer de verdad en el proyecto que ofreces, creer de la manera menos mercenaria posible porque te da más fuerza. Y la capacidad de transmitir ese proyecto como un proyecto que enganche a los demás, que comprometa a los demás cambiándoles ese estado de ánimo del que previamente te has hecho cargo. Pero tiene que ser un proyecto que le permita a la gente pensar que, aunque le pidas esfuerzos, ese esfuerzo tiene sentido, y le convence quien se lo pide porque ve que se lo cree. Y se lo cree de manera no mercenaria. Pero uno tiene que creer en lo que está haciendo."
Y no puedo evitar relacionarlo con las palabras de Cristina respecto del tránsito interminable ante el féretro de su compañero:
"Él se lo merecía"
Clarín, Stolbitzer (la pongo en primer lugar porque es la que la va de más progre), Solanas, Carrió, Giustiniani, Lozano, son los que lograron (porque no se puede negar que lo lograron) bastardear estos hechos durante un par de años. Néstor cerró la discusión de golpe, de una forma dolorosísima y definitiva, La ganó, aunque en realidad, debería haber estado ganada hace rato. La vida es así.
Néstor se lo merecía, se lo merece. Hizo en cada momento lo que se podía hacer, ir un paso más allá. Para nosotros, no para él.
Sólo porque para él, nosotros nos lo merecíamos.
Gracias.
RH
Muy bueno.
ResponderEliminarJusto ayer pensaba que convertía a alguien en líder y una de las ideas a las que arribaba era el convencimiento en el propio proyecto para poder convencer a los demás.
Tambien la capacidad de llevar adelante y concretar proyectos de otros en los que uno cree. Kirchner hizo mucho de eso también.
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente! Dicen que "Un dirigente que no sea capaz de crear un ambiente de contención para que la gente se mantenga unida, más allá de los inevitables conflictos; que no soporte la incertidumbre generada por la turbulencia de tiempos caracterizados por la aceleración del cambio; que no entienda la necesidad de encontrar aliados con quienes compartir ideas y sentimientos; y que suponga que para dirigir una organización con éxito basta la autoridad, jamás será reconocido como un verdadero líder." Leo esto y automáticamente surge el nombre de Nestor Kirchner como genuino líder ...y Si la política es el arte de lo posible, el liderazgo es el arte de la improvisación. (gracias y perdón , creí que mi comentario había quedado,no recuerdo qué pasó)
ResponderEliminarEstá bueno tu comentario Ángeles, gracias
ResponderEliminarAbrazo