La presente reflexión en
letra alta (ya que no es en voz alta) sería una línea más para completar el
cuadro que nos permita entender el voto próximo en la Ciudad de Buenos Aires
(en las PASO y en las definitivas) cuyo resultado es claro y (amargamente)
previsible. Entender para pensar las propuestas y las campañas.
Sin haberlo propuesto tal
vez complemente lo escrito por nuestro recientemente re resucitado Edelmiro en
el posteo anterior. Ya que Edelmiro se preguntaba (sumando y descartando)
hipótesis sobre las razones de los votantes y de nuestros enojos hacia ellos.
Haremos uso, pediremos
prestado, algunos elementos de esa disciplina: la psicología. No tanto de sus
habituales marcos teóricos difundidos en el país, sino más bien de tipo
“psicosocial”.
Antes también diremos que
(como en varias oportunidades) aceptamos que la pólvora ya se inventó: No
revelaremos “LA incógnita”, sólo volveremos a apuntar la linterna a modo de
recordatorio.
Pues bien, a las escenas entonces:
Vemos el metro bus, vemos la gente esperando, viendo, tomando, disfrutando, el
metro bus. También vemos que “hace cola para esperar el colectivo”. Retener
esta última frase e imagen: “cola” y “colectivo”. Bajamos al pasaje “obelisco
sur y norte”, una pinturita. Recorremos Maipú, Suipacha (y próximamente
Esmeralda): vemos cambios en la calle, en la velocidad de circulación de los
vehículos y el andar de la gente. También las bici sendas y las bicicletas.
Algunos Centros de Salud se les cambió la fachada (también retengamos el
significante “fachada”, al final me estoy poniendo más lacaniano de lo que
imaginaba) amarillenteándolos. Agrego más: Se propone y avanza un sistema de
turnos informatizado para CADA VECINO/PACIENTE que llama. Otra: La “gente” se anota
(se debe anotar) “on line” para inscribir a sus chicos en las escuelas
iniciales y primarias.
En todo estás VOS. (remarco
“vos”). Qué lindo, qué cómodo, me viene bien, me soluciona
algunos problemas. No quiero engancharme en otras cosas, en otros problemas
(aunque sólo sean de índole ideacional), no quiero otras complejidades. A mi
hablame claro y sin vueltas, y, si me conviene lo voto, punto.
Seguramente los seguramente
pocos lectores de estas atolondradas líneas ya olfatearán. Claro, nos referimos
a la apelación a lo individual por excelencia. Ya es sabido: la ideología
liberal (todavía no sé que tiene de “neo”) se basa en la exacerbación del
individualismo. Los ’90 lo explotaron (“yo me salvo, el resto es política, que
a mí no me sirve”).
Y es muy difícil que alguien
modifique una cosmovisión, los valores de su vida de hegemónicamente
individualista a “colectiva”. No alcanza sólo una campaña (incluso una campaña,
la nuestra, tal vez tenga que usar parte de esos mismos valores individualistas
a los fines prácticos y expeditivos en coyunturas especificas, obteniendo así
con frecuencia mayor efectividad). Volviendo: “¿Porqué voy a cambiar, EN QUE ME
CONVIENE?”. Respuestas que vayan en la línea de “porque a vos también te
conviene votar al proyecto nacional”, puede ser cierto. De hecho lo es mas allá
de las deformaciones por las cuales la ideología dominante te haga creer que lo
que te conviene, no te conviene. Pero no alcanza para que nos voten.
Pero el desafío más difícil
aún sería superar la lógica de que a vos te conviene votarnos, para
pasar a una especie de “esto tendría que ser de este modo”. Casi que llegamos a
la brutalidad que nuestro Edelmiro nos endilga a varios militantes los cuales a
veces parecemos decir o pensar: “votá esto o sos un HdeP”. Pero muy
tajantemente hablando esos militantes tienen razón. Es decir no sólo va la cosa
por la línea de la argumentación racional, y por lo tanto, el convencimiento de
que a vos te conviene votarnos. O incluso la perspectiva emocional, etc. Sino
(y aquí vengo): por la otra lógica, la que por ahora denomino la del “sentido”,
de la causa, de la trascendencia. Sentirnos colectivo, sentirnos contenidos. Si
recuperamos ese sentido (que alguna vez tuvimos más desarrollado) habremos
ganado mucho más que una elección. Ese es el sentido profundo y de dicha
que tiene “la patria es el otro”.
Una de las orientaciones de
la Psicología Social aplicada es la de la Psicología Comunitaria.
Antes, para enlazar uno de
sus aportes, describamos (mas desde lo vivencial) los ejemplos arriba
adelantados. Son extraídos de lo observado en la calle. Imágenes, elementos,
hechos o cosas. Todo bien. Pero lo que uno añora es por no encontrar conexiones
contenedoras entre estas “comodidades”. Un barrio “perfecto” de clase alta, o
“acomodada”, lindo, eficiente y, (por más que el macrismo lo intente disimular
con sus artimañas de la visita a “Cacho”) también suele ser frío. Máquinas
expendedoras de tus necesidades. Los supermercados (que muy raramente son de
los chinos que serán sucios pero lo más parecido que nos queda al viejo
almacén) son grandes, limpios, eficientes. No tenés la molestia de tener que
saludar al que vive arriba de tu departamento porque ni lo conocés. Te conectás
durante el día por medio del celular, y, al llegar a tu casa por internet. Ves
series, llamás al delivery y la vida sigue. Hermoso, cómodo, eficiente, me
sirve. ¿Y porqué a veces me siento tan sólo? O peor ¿Hace cuánto que ya parece
que no siento?. Todo de a uno, incluso las imágenes y los materiales, poco
encuentro. (En este punto detenga su lectura y vaya al final, a la nota de
referencia, se lo recomiendo muy especialmente)[i]. A Beto le faltaba el
alma, sentirse con otros, un sentido. Estaba cómodo el chabón todo funcionaba
pero …. no tenia sentido. “La triste estampita de un santo”. Lo máximo en
religiosidad (y ningún gil entienda que estoy hablando de religión sino esa
rara condición/necesidad humana de sentirse junto a otros y a algo) que propuso
el macrismo se configuró en el marco de una cómoda, masiva (adviértase la
diferencia entre masivo y juntarse) propuesta: Que cada uno sepa
respirar, y que “si sucede conviene”, que eran las consignas que alentaba el
nuevo Raví Shankar (homónimo del excelente músico).
Nuestra campaña dice algo
así como “para vivir mejor”. Está bien. También podemos dar vuelta la frase y
por ahí nos abre algo de los interrogantes que pretendo: “Vivir mejor para…” en
búsqueda del sentido. Creemos que crecemos si queremos vivir mejor no sólo para
nuestro núcleo sino para la comunidad. Volveremos sobre “comunidad” brevemente.
Antes recordar otra de las frases que tiene que dejar de ser sólo consigna:
“nadie se realiza en una sociedad que no se realiza” (o algo así). Porque por
las dudas aclaro que la trascendencia, el sentido por el que tendríamos que
apostar y construir no es el de buscar “arriba”, en el más allá, ni tampoco en
las pajeras reflexiones de corte existencial. Insisto, lo adelantó claramente
la Jefa: “La patria es el otro”, el otro, los otros acá, a la vuelta.
Lo que aquí he venido
intentando es conectar en definitiva ciertos aportes de la Psicología
Comunitaria para sostener e impulsar bases más firmes con las que construir las
propuestas políticas. Esto en tanto considero que los espacios en los que
militamos tienen las referencias de lo colectivo. Para llegar a “La comunidad
organizada” es necesaria la existencia de la comunidad. No la suma de las
individualidades.
El neoliberalismo se apoya,
entre otros paradigmas, en un polo de la vieja disputa de la Psicología Social.
De un bando quienes entendían que lo social era la suma de individuos (el autor:
Tarde) y los que concebían que lo social tiene una entidad propia casi llegando
al extremo de la cosificación desindividualizante (con Durkheim a la cabeza).
Ya más cerca en el tiempo y
como disciplina de aplicación, la Psicología Comunitaria discutió el concepto
mismo de Comunidad. Simplemente, y a modo de apoyo de lo ya expresado
mencionaré a un psicólogo norteamericano (Robert Newbrough), si, norteamericano
¿y qué? que supongo que votaría por los demócratas y al que imagino disfrutando
a Wody Allen. Decía que era importante pensar como entendemos y como se
entiende “comunidad” siguiendo dos grandes metáforas. La de la órgánica, de
fuertes lazos, con el imaginario, con la representación social de totalidad.
Pensemos en un pequeño pueblo. Le veía ventajas y desventajas. Las ventajas eran
justamente la pertenencia, la solidaridad, el sentido de destino común. Las
desventajas se podrían resumir en “pueblo chico, infierno grande” y que su
exacerbación totalizante podría llevar a una de sus patologías más serias como
el fascismo (es yanqui después de todo ¿qué querés?). En el otro extremo del
ring estaría la visión de comunidad heredera del contrato social y el auge de las
libertades individuales (corregime Edelmiro mis inexactitudes históricas). Cada
uno es libre y establece con la sociedad un contrato. Bárbaro, me
conviene dirían los mauricios y sus votantes. Pero el bueno de Newbrough
también advertía riesgos aquí. Son los
de la exacerbación del individualismo. También agrega lo de la desocupación y
las patologías sociales (no me gusta llamarlas así) como las adicciones por
ejemplo. Propone algo superador, valorable pero medio naif. Conociéndonos y
conociendo nuestra historia prefiero acercarme al primer polo (con los cuidados
necesarios). Claramente las referencias del autor también nos ubican en lo
feudal (la primera) y el capitalismo (la segunda). Así que creo que estaría
bueno acercarnos un poco más a la de la
metáfora orgánica.
Para no abrumar mas pero
seguir apoyándome en gente seria (y no como uno), diré que otra Psicóloga
Comunitaria muy prolífica, muy bien fundamentada y muy antichavista, la
Venezolana Maritza Montero cuando le tocaba hablar de estos temas recurría a la
necesidad de reconocer y promover en las intervenciones de la Psicología
Comunitaria lo que ella denominaba “Sentido de comunidad”
Para hacer y mantener el
link con lo político traeré algunas citas de nuestro querido Ricardo Forster en
la última “Veintitrés”:
Para empezar:
“…lo que el neoliberalismo
liberó fue la dimensión radicalmente individualista y anárquica…”
Y fundamentando: “Los
historiadores….””…de la escuela francesa…” “…mostrado que lo que mas tarda en
cambiar, lo que les hace más resistencia a las transformaciones de superficie o
a las mutaciones económicas son lo que ellos han denominado ‘las mentalidades’
…”
Y sigue mas adelante: “No
casualmente es la derecha la que siempre recuerda que el verdadero terreno de
la disputa es el que tiene que ver con el ‘sentido’…”. “La novedad del
Kirchnerismo ha sido, entre otras cosas, que supo comprender, en el momento de
mayor dificultad, que sin dar esa batalla cultural sería muy difícil invertir
los términos de la dominación en la Argentina y que, tarde o temprano, la
matriz neoliberal (en su dimensión de producción de subjetividad) regresaría
recuperando el terreno perdido…”
Específicamente a modo de apoyo de lo que aquí
planteamos: “El predominio de una ciudadanía basada en la alquimia del individualismo,
consumismo, mercado y privatización de casi todas las esferas de la vida social
fue generando las condiciones para una significativa mutación en las prácticas
ciudadanas hasta producir modos y formas que desarticularon a aquellas que
venían a expresar las experiencias y las tradiciones de una sociedad todavía
atravesada por los lenguajes de la política y de las identidades culturales
vinculadas a ese universo de representación y acción”
Tomamos como conclusión de
Forster entonces: “El surgimiento del ciudadano-consumidor, personaje muy de
época, autorreferencial, egoísta, moldeado por las gramáticas audiovisuales,
las mutaciones comunicacionales e informáticas y los prejuicios multiplicados junto
con la fragmentación de la sociedad (el subrayado es mío), se convirtió en
el garante de la lógica de mercado, en epicentro de una nueva forma de
ciudadanía que al expandir sus prácticas privatizadoras de la existencia
destituyó, por anacrónicas e inservibles, las experiencias políticas entramadas
en el espacio público y deudoras de construcciones simbólicas desplegadas en
otro tiempo de la historia, allí donde los sujetos, diversos, manifestaban en
sus prácticas modos de afirmar sus identidades y sus deseos de igualdad. La
idea misma de un colectivo social, de un ágora como eje de la vida en común
cayó en el descrédito y en el desuso allí donde lo que se privilegió fue lo
privado, lo íntimo, lo encriptado, el espacio diferenciado, socialmente
delimitado construido sobre las bases de la desarticulación y la fragmentación
propias de un modelo, el neoliberal, que asentó su despliegue y su dominio no
sólo en el imperio de la economía y el mercado (su razón última de ser) sino
acentuando y radicalizando una revolución cultural que vino a subvertir las
herencias igualitaristas de una sociedad que marchó con ritmo frenético hacia
su disolución”.
Quisiera terminar este
artículo. Eso. Pero antes quisiera terminarlo retomando algunas de las
pinceladas escritas al inicio.
Creo que lo que yo pretendía
se resume en algunos juegos de palabras. Sartre era uno de los que diferenciaba
lo que podríamos llamar simple amontonamiento (“serie” en sus palabras), de
grupo (colectivo en las nuestras actuales).
Justamente el ejemplo que
daba era el de que aunque uno podía ver varias personas en un mismo espacio
físico al mismo tiempo, esto no constituía necesariamente un grupo. Justo ahí
casualmente el ejemplo de la cola de un colectivo. Sería la serie de uno más
uno, más uno. Y yo jugaba con la palabra de que aunque están esperando el
bondi, este no es un “colectivo” tampoco. Aunque sea el metro bus.
Con el término “fachada” con
que el macrismo pinta, de amarillo, los centros de salud también jugué con la
connotación “facho”. Pero esto no es lo central. El ejemplo que había traído
respecto de la modalidad informatizada de los turnos es un buen ejemplo de esta
concepción llevara a la práctica en la aplicación de una política social como
la de la Salud Pública. Podemos ver muy claramente las dos concepciones. Una
hegemónica, la amarilla. Y otra la nuestra. El turno informatizado uno a uno
parece y tal vez sea muy cómodo. Pero aplicado como concepción, generalizado y
hegemónico seria antagónico a los Centros de Salud del primer nivel de atención
que se manejan con el modelo colectivo de la Atención Primaria de la Salud,
originalmente social y colectivista. Apuntando a la participación y a un
concepto de profesional que no se restringe a la atención paciente a paciente.
De ese modo, si se le adjudica toda su carga horaria con este esquema se
imposibilitarían las tareas como visitas a las comunidades, las de realización
de talleres, el estímulo a la participación comunitaria en áreas de su interés
y claramente de tipo promocional. Es más si se le pondría a consideración de los
vecinos, los potenciales pacientes, es probable que dirían: Me conviene
la modalidad individual de los turnos. Claro, porque la otra concepción hay que
instalarla y es contra hegemónica. Pero apunta a otro tipo de Salud Pública a
la larga mucho mas integral, eficaz y eficiente.
Conclusión: No siempre hay
que hacer lo que el pueblo quiere. Con lo que estoy cuestionando una de las 20
verdades peronistas. Pero respeto otras como por ejemplo, “nadie se realiza en
una comunidad que no se realiza”
Un abrazo
Eduardo Tissera
[i] El
anillo del Capitán Beto
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.
¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de beto llevaba inscripto un signo del alma.
El flaco, Luis Alberto Spineta