Uno mira como el tipo más rico del mundo compra una parte de YPF, y, de
reojo, no hay manera de no ver cómo los países más ricos del mundo
-Holanda entre ellos- sigue temblando y echándose a llorar porque un
grupo de adolescentes irresponsables, ostentando el título de economistas de agencias de (des)calificación, los (des)califica.
Y a la vez, uno ve como el hombre más rico del mundo, llamado estrecho de apellido, paga 252 millones de euros por el 8% de una empresa petrolera que puede suminsitrar la energía para un territorio en el que habitan 40 millones de personas, y que eso es mucho menos que lo que una empresa que comunica y puede incomunicar como Telefónica compra -como mostrado anteriormente- a otra que simplemente, que a secas incomunica como el grupo Prisa por 444 millones de euros. Y que vale -a ver si sus escribientes, sus habladores, sus decidores se dan cuenta- lo que ellos escriban, lo que ellos hablen lo que ellos digan. que no es necesaria la genuflexia extrema de un Tenembaum descendiendo al infierno de la duda séptica para des-hablar, para des-escribir.
Los jóvenes risueños de Moody's, hundiendo en el terror a los otrora lustrosos holandeses, las, no-palabras que valen más que la energía de 40 millones. Qué raro es todo esto, y qué pronto se normalizará.
Y a la vez, uno ve como el hombre más rico del mundo, llamado estrecho de apellido, paga 252 millones de euros por el 8% de una empresa petrolera que puede suminsitrar la energía para un territorio en el que habitan 40 millones de personas, y que eso es mucho menos que lo que una empresa que comunica y puede incomunicar como Telefónica compra -como mostrado anteriormente- a otra que simplemente, que a secas incomunica como el grupo Prisa por 444 millones de euros. Y que vale -a ver si sus escribientes, sus habladores, sus decidores se dan cuenta- lo que ellos escriban, lo que ellos hablen lo que ellos digan. que no es necesaria la genuflexia extrema de un Tenembaum descendiendo al infierno de la duda séptica para des-hablar, para des-escribir.
Los jóvenes risueños de Moody's, hundiendo en el terror a los otrora lustrosos holandeses, las, no-palabras que valen más que la energía de 40 millones. Qué raro es todo esto, y qué pronto se normalizará.
RH
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