LAS VILLAS SON NUESTRAS PLAYAS

Siempre lo pensé, nunca lo había escrito. 

Quizás esperara a que fuera el momento. Siento que es ahora.

Las villas son nuestras playas.

Es el punto de llegada. A la vista está la ciudad, el lugar de una vida mejor.

Venís de cualquier lado en donde todo es malo. Es guerra. Es inundación. Es hambruna. Es epidemia. Es persecución religiosa. Es y es y es y es.

Es el neoliberalismo, que te descartó por "inviable".

Ves la ciudad en el cine, en la tele, o con mucha más certidumbre, en el relato de amigos y parientes que ya llegaron. Que comenzaron, desde cero, a construirse una vida mejor.

CUALQUIER COSA ES MEJOR QUE LO QUE DEJÁS ATRÁS.

Para muchos, los de la villa son villeros, que es otra cosa, otra categoría, otra cultura, enemiga, que viene a quitarte, que te acecha en las esquinas. Tenés que mirar a cada lado cuando salis de tu casa.

Sabés qué. Yo voy mucho a una villa en concreto, por cuestiones estrictamente laborales. Esto es, que no tienen nada que ver con la "villidad", no es trabajo social, ni político. Es trabajo que se podría hacer fuera de la villa, pero por circunstancias diversas, hago ahí. 

Y no puedo estar más contento. La vida bulle, el apego a las tradiciones. el sacrificio. El respeto. La existencia de instituciones de todo tipo estrictamente locales, sistemas de crédito, resolución de conflictos. Comprensión por los que están en problemas. Y hay problemas, muchos, muchísimos.

Como acá, en tierra firme. Que vivimos problemas totalmente estúpidos, dramáticamente, al ritmo que nos marcan los intoxicadores.

En la villas ha habido, desde siempre, muertos en las playas. Niños, adolescentes, adultos. Muchos intentando "saltar la valla" de una sociedad miedosa, que bien podría -al igual que la estúpida sociedad europea- tomar conciencia, de la ENORME POTENCIA que atesoran esas playas en los alrededores de nuestra "opulencia", y que va entrecomillada porque opulencia es la de ya sabemos quienes. De la mayoría de nosotros apenas los separa un poco de revoque. ¿La música, la estética? Ah, sí. "Nuestro" tecno, la fuente de todas las poesías.

Vuelvo a la potencia. Lo que hacen. Desde los cartoneros, esos héroes que arrastran sus cruces viendo vida en lo que dimos por muerto, pasando por todos los que se construyen su vivienda como gran objetivo, como ocupación casi exclusiva a veces, y que muchos de aquí de tierra adentro, desaprobarían. claro, es mucho más "decente" -qué palabra, Margarita- construir viviendas para otros. Profesiones. Inquietud. Deseo. Lo que pasa en una playa, cuando es lugar de intercambio, de llegadas, transiciones, partidas, comercio, MERCADO, el verdadero y ÚNICO, donde se negocia, se socializa, se dirimen disputas y se afrontan las que haya que afrontar.

Cada tanto, como playas y costas europeas, se las valla, se los encierra. Hoy en día se sigue haciendo, "countrymente". Se crean ollas a presión con la válvula tapada, en donde se acaba el agua y lo que hay adentro se quema. 

No quiere verse.

Pero en algún momento habrá que abrir. Si no se abre solo, porque quienes vallan y encierran son tan estúpidos que apenas hecho se olvida lo que hay detrás de los uniformes de tus protectores y carceleros.

No no, mejor ir a esas playas que nos traen sangre fresca, vida, renovación, la circulación de los aires, las aguas del mundo. La historia da testimonio: las migraciones, los viajes, hasta las supervivencias de las catástrofes han sido el origen de ricas experiencias, de saberes que de otro modo se hubieran perdido para siempre. Por el contrario, los reivindicadores de supuestas purezas han llevado a sus sociedades a la ruina, al sufrimiento y la muerte.

Hay que ir, mezclarse, preguntar, escuchar, contar, dar y recibir. 

Esto es apenas un atisbo de lo que diría. La punta del iceberg de mis sensaciones al respecto, y que, de momento, no encuentro más palabras para contarlo.

Las villas son nuestras playas, siempre lo fueron, siempre lo serán.

Y hasta debería alegrarnos, halagarnos. Que tantos hermanos desconocidos sientan, que este lugar es "el lugar"..

¡Qué contraste, con tantos infelices que sienten que este país es el infierno!

RH