sábado, 2 de mayo de 2015
Un pensamiento positivo
El domingo pasado, en la mesa que fiscalizé, votaron 45 personas por el Frente para la Victoria. Si masomenos lo multiplicamos por la cantidad de mesas (8) que había en la escuela, 350 votaron al FPV. 350 personas que ni siquiera es el barrio entero. De esas 350 personas yo no conozco a ninguna o casi ninguna. ¡Hay 350 COMPAÑEROS que no conozco!
En tan sólo una pequeña porción de la Ciudad. Multiplicado por toda la Ciudad hay un montón de Compañeros que no conocemos. Compañeros que podrían estar militando codo a codo en una unidad básica de cualquier agrupación, en cualquier espacio, en cualquier esquina. Están ahí y aún no les conocemos la cara.
Pero ese día, este domingo pasado, no actuaron como simples votantes. Porque en una Ciudad que nos tiene acostumbrados a la frustración de vivir mal, de gastar más presupuesto en publicidad que en regularidad de subte; la que nos tienta y nos empuja día a día a olvidarnos del otro, a pensar sólo en el propio ombligo; ese día, actuaron como Militantes. Y están ahí, a la espera de que los convoquen todas las veces que sea necesario.
Tal vez no aparecen más que el domingo a votar, por mil y un razones. Porque laburan mucho toda la semana, porque "ya están grandes" o porque todavía "no se sienten preparados". Pero están ahí y tenemos que decirles que no están sólos, y que los esperamos para participar, para militar activamente, para transformar la Ciudad. Porque una votación no es la única forma de hacer política. Se hace todos los días, un poquito. Se hace impulsando mejoras para el barrio, la escuela, el club deportivo. Se hace empoderando al vecino, al amigo, al familiar, al conocido, con las nuevas políticas de precios cuidados, de defensa al consumidor, las nuevas becas estudiantiles. Se hace ocupando la calle cada vez que quieran avanzar sobre nuestras conquistas, nuestros derechos.
Todos esos Compañeros están ahí, y no los podemos dejar sólos.
Gabo T.
martes, 28 de abril de 2015
SI QUERES LLORAR, LLORÁ

Uno suele partir de que sus ideas, en este caso el Proyecto
Nacional (y más aún si es desde el peronismo), es lo que más le conviene a la
Nación y al Pueblo (y ahí lo ponemos con mayúscula). Y que lo otro no, mucho
menos las ideas que sustenta el PRO. Decimos que son dos proyectos
contrapuestos, incompatibles, que tienen que ver con ideologías que son
antagónicas. ¿Es cierto? Diría que de fondo si, pero hay muchos peros. Habría
que ver cómo nos pegó la lluvia ácida del
neoliberalismo desde la restauración democrática del ’83 y las pervivencias de
los temores plantados por la dictadura. Las formas de ver y sentir la política
variaron mucho de los setentas para acá. Es hora que lo asumamos, ¿no?
Uno también, muchos compañeros también lloran, putean, y
clamando al cielo se (nos) preguntan(mos) cómo puede ser que no se vea cómo
interviene el mejoramiento claro del país en el mejoramiento de la vida en
general en la Capital. Está bien, la descarga emocional está bien siempre y
cuando no nos haga partidarios de esa famosa orga “Odio y Rencor” (sincérese,
uno de tiempo en tiempo de afilia o se reafilia a la agrupación más numerosa de
la Argentina secreta). Básicamente porque hace mal, rumear mierda hace mal a la
salud. La meta de la política (mucho más si se es peronista como el que
suscribe o simplemente se simpatiza, se empatiza, se está al lado de) es que
seamos felices, no unos amargos que sólo tienen razón.
La diversidad es jodida, se lo digo yo. La democracia es
jodida, se lo digo yo. Qué mejor que todos estén de acuerdo con nosotros. Qué
mejor que encerrar en psiquiátricos a quienes disientan… Carámba, es ilegal.
Tratémoslos de imbéciles, entonces, o mejor tratémoslos de turros.
Un consejo: sea picaro, acepte la divergencia y ahórrese el
infarto, la cara de orto, el exilio quién sabe adónde. No nos convirtamos en
nabos porque vamos a terminar caceroleando en el baño.
Yo esperaba un mejor resultado. ¿Ud también, compañero?
Coincidencia. Terminamos casi festejando el tercer puesto… y si. Fue una mala
elección. Me imagino al compañero Filmus con cara de “¿vieron?, no era yo” Para
análisis algo aportamos acá mismo, lo dijo también el sicólogo, léalo que está
bueno. Análisis tenemos como para llenar placares. Pero la acción siempre va
por delante de la reflexión y ahora hay que seguir actuando. No digo no pensar,
no cambiar, no mejorar, pero hacer las cosas. Porque el quejoso lo único que
quiere es que lo escuchen (no que le den soluciones) y contagiar. El quejoso es
algo así como un zombi de las películas. Se te tira encima y te quiere comer la
cabeza y volverte como él. ¿Duro lo que digo?
Ahora hay que tratar de ser segundos y llegar a una segunda
vuelta. ¿Se podrá? Y yo qué se, pero si se que es lo que se tiene que proponer
una fuerza política, para eso está.
Diga todo rapidito frente al espejo: Larreta parece el
guasón y me da bronca, el PRO es el partido conservador, gana el
individualismo, la gente es desagradecida, Lustó es un pelotudo y caca de
paloma… Diga más, grite, sáquese toda es merda de encima
Y si quiere llorar, llore. Que hace bien.
Pero un ratito, que tenemos que hacer campaña.
PD: acabo de leer lo que publicó RH y aclaro que esto fue
escrito sin saber de ese posteo y no como una respuesta, ya que comparto mucho
de lo dicho por él. Simplemente esto es otro argumento que no se contrapone
creo yo, hasta puede complementarse.
Edelmiro F.
lunes, 27 de abril de 2015
A VIVIR UNA CULTURA DIFERENTE
Hay que asumir que se trata de un voto "racial", "genético", de "adn".
Pase lo que pase, esta ciudad NUNCA votará mayoritariamente una opción explícitamente peronista, y con explícito me refiero a corrientes peronistas que actuén consecuentemente con lo que ... Cristina representa.
NUNCA
Hay que repasar la historia de las relaciones entre Buenos Aires y el país, entre la ciudad puerto y su hinterland.
Esta ciudad es otro país respecto del otro, y el otro, otro país respecto de esta ciudad.
Es que esta ciudad, la ciudad de Rivadavia renació con éste como enclave del imperio británico en el territorio, con el papel de ser un punto más entre los que el imperio fue conquistando, fundando o seduciendo para imponer la -su- libertad de los mares y de comercio. Buenos Aires entre Singapur, Hong Kong, Gibraltar, Bombay, Calcuta, Ciudad del Cabo. Malvinas.
Todo puntos estratégicos, de aprovisionamiento y de vigilancia y dominio de las rutas comerciales.
Buenos Aires creció en ese mundo, y el gran malentendido es que es el único de eso enclaves que no tiene al inglés como lengua dominante o mínimo co-oficial.
Pero está en el inconsciente más clavado que en Los Angeles si me apurás.
Cheeky, delivery, lo que sea "kids", etc etc etc. Etcétering.
No sé que postre "Joy".
Mucho ingles por todos lados.
¡Y el dólar! El dólar por todos lados, que es la valija en la puerta para el sueño de volverse a la metrópolis, la patria original. Ese lugar de pertenencia, deseado y casi recordado como si de verdad todos hubieran venido de ahí.
No nos demos más con la cabeza contra la pared. Buenos Aires es el extranjero para el resto del territorio, humana, cultural, políticamente. Podemos aspirar a mejorar un poco nuestros guarismos, pero esta ciudad NUNCA elegirá como opción local a una peronista, para NUNCA ser parte de ese otro país, morocho, gritón, con otras costumbres, otras músicas, otros colores. El páeceano TER-CER-MUN-DO.
Y eso es anterior al peronismo. Es desde Rivadavia. Desde antes tal vez.
Este enclave imperial en el territorio. Desde el cual tratan de meterse, se meten las gigantescas mangueras aspiradoras de recursos para llevarse todo, y que en su presión negativa arrastran junto con los bienes que despojan a grandes masas de desposeídos que se apiñan "a las puertas de la ciudad blanca". Que ven la riqueza fugitiva y tratan de, aunque sea, verla de más cerca.
Y la mala conciencia de quienes viven en la ciudad blanca que culpabiliza, que criminaliza. Que invisibiliza.
Nunca ganaremos aquí, en el sentido de ser "más de la mitad".
Desde esa realidad, hay que reflexionar en cómo llegar a acuerdos de convivencia entre esas culturas tan disímiles, que resultan irritantemente enigmáticas las unas para las otras.
Pensar en cómo convertir ese hostil desconocimiento en un exotismo que valga la pena ser conocido, recorrido. Aceptado.
Este país ha sido y en cierto modo es un dominio de la corona británica, como la India, como Sudáfrica. Si relatáramos su historia, desde 1828 ponéle como la historia de una colonia británica hasta su independencia que ahora mismo está teniendo lugar, la historia sería prácticamente la misma. Tal vez podríamos imaginar una entrevista entre Perón y Gandhi para coordinar esfuerzos en su lucha contra el imperio, pero poco más. El resto quedaría igual. Las elites son iguales a esas que tanto conocemos de la India colonial, con sus tradiciones británicas más exacerbadas que en las islas originales.
Hay que aceptar que vivimos en una cultura diferente, y lograr esa misma aceptación por la contraparte.
Asumir, aceptar.
Convencer a todos los implicados de que, eso tan odiado, es simplemente exótico.
Y que vale la pena acercarse.
RH
Pase lo que pase, esta ciudad NUNCA votará mayoritariamente una opción explícitamente peronista, y con explícito me refiero a corrientes peronistas que actuén consecuentemente con lo que ... Cristina representa.
NUNCA
Hay que repasar la historia de las relaciones entre Buenos Aires y el país, entre la ciudad puerto y su hinterland.
Esta ciudad es otro país respecto del otro, y el otro, otro país respecto de esta ciudad.
Es que esta ciudad, la ciudad de Rivadavia renació con éste como enclave del imperio británico en el territorio, con el papel de ser un punto más entre los que el imperio fue conquistando, fundando o seduciendo para imponer la -su- libertad de los mares y de comercio. Buenos Aires entre Singapur, Hong Kong, Gibraltar, Bombay, Calcuta, Ciudad del Cabo. Malvinas.
Todo puntos estratégicos, de aprovisionamiento y de vigilancia y dominio de las rutas comerciales.
Buenos Aires creció en ese mundo, y el gran malentendido es que es el único de eso enclaves que no tiene al inglés como lengua dominante o mínimo co-oficial.
Pero está en el inconsciente más clavado que en Los Angeles si me apurás.
Cheeky, delivery, lo que sea "kids", etc etc etc. Etcétering.
No sé que postre "Joy".
Mucho ingles por todos lados.
¡Y el dólar! El dólar por todos lados, que es la valija en la puerta para el sueño de volverse a la metrópolis, la patria original. Ese lugar de pertenencia, deseado y casi recordado como si de verdad todos hubieran venido de ahí.
No nos demos más con la cabeza contra la pared. Buenos Aires es el extranjero para el resto del territorio, humana, cultural, políticamente. Podemos aspirar a mejorar un poco nuestros guarismos, pero esta ciudad NUNCA elegirá como opción local a una peronista, para NUNCA ser parte de ese otro país, morocho, gritón, con otras costumbres, otras músicas, otros colores. El páeceano TER-CER-MUN-DO.
Y eso es anterior al peronismo. Es desde Rivadavia. Desde antes tal vez.
Este enclave imperial en el territorio. Desde el cual tratan de meterse, se meten las gigantescas mangueras aspiradoras de recursos para llevarse todo, y que en su presión negativa arrastran junto con los bienes que despojan a grandes masas de desposeídos que se apiñan "a las puertas de la ciudad blanca". Que ven la riqueza fugitiva y tratan de, aunque sea, verla de más cerca.
Y la mala conciencia de quienes viven en la ciudad blanca que culpabiliza, que criminaliza. Que invisibiliza.
Nunca ganaremos aquí, en el sentido de ser "más de la mitad".
Desde esa realidad, hay que reflexionar en cómo llegar a acuerdos de convivencia entre esas culturas tan disímiles, que resultan irritantemente enigmáticas las unas para las otras.
Pensar en cómo convertir ese hostil desconocimiento en un exotismo que valga la pena ser conocido, recorrido. Aceptado.
Este país ha sido y en cierto modo es un dominio de la corona británica, como la India, como Sudáfrica. Si relatáramos su historia, desde 1828 ponéle como la historia de una colonia británica hasta su independencia que ahora mismo está teniendo lugar, la historia sería prácticamente la misma. Tal vez podríamos imaginar una entrevista entre Perón y Gandhi para coordinar esfuerzos en su lucha contra el imperio, pero poco más. El resto quedaría igual. Las elites son iguales a esas que tanto conocemos de la India colonial, con sus tradiciones británicas más exacerbadas que en las islas originales.
Hay que aceptar que vivimos en una cultura diferente, y lograr esa misma aceptación por la contraparte.
Asumir, aceptar.
Convencer a todos los implicados de que, eso tan odiado, es simplemente exótico.
Y que vale la pena acercarse.
RH
jueves, 23 de abril de 2015
AMARIYOS

La
cuestión, señores, es que en estos días Florida es una fiesta… una fiesta de
cumpleaños. Si ud por ejemplo, se para en Av de Mayo y Perú y mira en dirección
a Rivadavia verá, por el raro efecto que provoca el hecho incontrastable de que
Buenos Aires no es una planicie, un sinfín de sombrillas y racimos de globos
del PRO. Es la céntrica calle en la que se disputa ostensiblemente la interna
entre la sufrida Gabriela Michetti y el elegido Horacio Rodríguez Larreta. Y
todo es amarillo. Si hasta da ternura una mesa perdida por ahí del Frente de
Izquierda subsumida en el torbellino del oficialismo porteño.
Chicos
y chicas con casco de obra (amarillo) que dicen “Horacio”; chicas y chicos con
remeras (amarillas) que con el pecho en alto dicen “Gabriela”. Con esa pinta de
universitarios descontracturados, miembros de onegés que salvan ballenas y
cuidan que no se derrame el petróleo en todos lados menos en Malvinas, bellos y
bellas cool como recool es la política PRO que no parece hecha de política. Vea
usted señor, así son estos chicos que no los trajo la muerte de Néstor sino la
de las ideologías. “En equipo” o “eligiendo vos” va la bífida propuesta para el
futuro de la misteriosa e inmisericorde Buenos Aires.
Y un
día de esos le tocó ver a uno el corso a contramano de una columna de la UOCRA
que pasab por Av de Mayo, ellos con casco amarillo (pero de los que se usan
para laburar) y pechera amarilla, negros enjutos y afilados, negros achinados y
de profundis conurbanis que miraban a sus hermanitos de amarillo sin comprender
absolutamente nada. Y vuelvían a su mutismo mirando para otro lado, que después
de todo venían a reclamar por algo.
Uno
sigue en tren de paseo, va por ejemplo el sábado de un lado a otro haciendo
esas cosas que quedan colgadas en la semana, va en el transporte público por
Rivadavia viendo mesas y mesas y mesas amarillas (con esa franja verde tan
llamativa que usan, vió), anque de tanto en tanto aparecen mesas de otros
candidatos pero muy, muy menos. Y en ese aquelarre amarelo se va dando cuenta
que Horatius triplica a la siempremaltratada Gabriela (iba a poner “Gabi” pero
un “alto” de alto respeto por gente con
más prosapia y más honor impide rotundamente ponerlo, el que pueda entender que
entienda). Hay mucho aparato, ¿no?
Pocas
veces vi algo tan patético (si lo vi, pero impresiona más abril así la frase), un
fulano de tantitantos años así como uno, soplando como un descocido para inflar
los globos y decorar la sombrilla. El veterano ya andaba medio violeta, me di
vuelta buscando al SAME pero por suerte no hizo falta porque tras una larga
respirada los colores le volvieron. Repartir globos, enorme propuesta política.
Dirán que es alegría, fe en el futuro, que la gente los recibe porque así
manifiestan su apoyo… y tal vez tengan razón, o algo parecido. En el mismo
recorrido, pero ya de a pie, uno ve y la experiencia le da un conocimiento
bastante cierto sobre las miradas y actitudes corporales. En muchos morochitos
repartiendo boletas amarillas se ve el billete, en algunos blanquitos que
empilchan en la salada también. Cautivos de la derecha que fue de malón al sur
de la ciudad y se los alzó en los carromatos que llevaban el rancho. De paso, ¿sabe
usted cómo nombraba la indiada a la Conquista al Desierto de Roca? Decían
“huinca malón”. Qué cosa…
Los
militantes de veras (de derecha, amarillos) son esos que acomodan, señalan,
controlan, pasan de sombrilla en sombrilla. Y otra cosa son las promotoras, ese
reciclado estereotipo de la rubia tarada.
Y
usted pensará: ud Edelmiro es un resentido…
Y
quizá.
Edelmiro F.
miércoles, 22 de abril de 2015
Un sentido para la campaña ... y mas allá
La presente reflexión en
letra alta (ya que no es en voz alta) sería una línea más para completar el
cuadro que nos permita entender el voto próximo en la Ciudad de Buenos Aires
(en las PASO y en las definitivas) cuyo resultado es claro y (amargamente)
previsible. Entender para pensar las propuestas y las campañas.
Sin haberlo propuesto tal
vez complemente lo escrito por nuestro recientemente re resucitado Edelmiro en
el posteo anterior. Ya que Edelmiro se preguntaba (sumando y descartando)
hipótesis sobre las razones de los votantes y de nuestros enojos hacia ellos.
Haremos uso, pediremos
prestado, algunos elementos de esa disciplina: la psicología. No tanto de sus
habituales marcos teóricos difundidos en el país, sino más bien de tipo
“psicosocial”.
Antes también diremos que
(como en varias oportunidades) aceptamos que la pólvora ya se inventó: No
revelaremos “LA incógnita”, sólo volveremos a apuntar la linterna a modo de
recordatorio.
Pues bien, a las escenas entonces:
Vemos el metro bus, vemos la gente esperando, viendo, tomando, disfrutando, el
metro bus. También vemos que “hace cola para esperar el colectivo”. Retener
esta última frase e imagen: “cola” y “colectivo”. Bajamos al pasaje “obelisco
sur y norte”, una pinturita. Recorremos Maipú, Suipacha (y próximamente
Esmeralda): vemos cambios en la calle, en la velocidad de circulación de los
vehículos y el andar de la gente. También las bici sendas y las bicicletas.
Algunos Centros de Salud se les cambió la fachada (también retengamos el
significante “fachada”, al final me estoy poniendo más lacaniano de lo que
imaginaba) amarillenteándolos. Agrego más: Se propone y avanza un sistema de
turnos informatizado para CADA VECINO/PACIENTE que llama. Otra: La “gente” se anota
(se debe anotar) “on line” para inscribir a sus chicos en las escuelas
iniciales y primarias.
En todo estás VOS. (remarco
“vos”). Qué lindo, qué cómodo, me viene bien, me soluciona
algunos problemas. No quiero engancharme en otras cosas, en otros problemas
(aunque sólo sean de índole ideacional), no quiero otras complejidades. A mi
hablame claro y sin vueltas, y, si me conviene lo voto, punto.
Seguramente los seguramente
pocos lectores de estas atolondradas líneas ya olfatearán. Claro, nos referimos
a la apelación a lo individual por excelencia. Ya es sabido: la ideología
liberal (todavía no sé que tiene de “neo”) se basa en la exacerbación del
individualismo. Los ’90 lo explotaron (“yo me salvo, el resto es política, que
a mí no me sirve”).
Y es muy difícil que alguien
modifique una cosmovisión, los valores de su vida de hegemónicamente
individualista a “colectiva”. No alcanza sólo una campaña (incluso una campaña,
la nuestra, tal vez tenga que usar parte de esos mismos valores individualistas
a los fines prácticos y expeditivos en coyunturas especificas, obteniendo así
con frecuencia mayor efectividad). Volviendo: “¿Porqué voy a cambiar, EN QUE ME
CONVIENE?”. Respuestas que vayan en la línea de “porque a vos también te
conviene votar al proyecto nacional”, puede ser cierto. De hecho lo es mas allá
de las deformaciones por las cuales la ideología dominante te haga creer que lo
que te conviene, no te conviene. Pero no alcanza para que nos voten.
Pero el desafío más difícil
aún sería superar la lógica de que a vos te conviene votarnos, para
pasar a una especie de “esto tendría que ser de este modo”. Casi que llegamos a
la brutalidad que nuestro Edelmiro nos endilga a varios militantes los cuales a
veces parecemos decir o pensar: “votá esto o sos un HdeP”. Pero muy
tajantemente hablando esos militantes tienen razón. Es decir no sólo va la cosa
por la línea de la argumentación racional, y por lo tanto, el convencimiento de
que a vos te conviene votarnos. O incluso la perspectiva emocional, etc. Sino
(y aquí vengo): por la otra lógica, la que por ahora denomino la del “sentido”,
de la causa, de la trascendencia. Sentirnos colectivo, sentirnos contenidos. Si
recuperamos ese sentido (que alguna vez tuvimos más desarrollado) habremos
ganado mucho más que una elección. Ese es el sentido profundo y de dicha
que tiene “la patria es el otro”.
Una de las orientaciones de
la Psicología Social aplicada es la de la Psicología Comunitaria.
Antes, para enlazar uno de
sus aportes, describamos (mas desde lo vivencial) los ejemplos arriba
adelantados. Son extraídos de lo observado en la calle. Imágenes, elementos,
hechos o cosas. Todo bien. Pero lo que uno añora es por no encontrar conexiones
contenedoras entre estas “comodidades”. Un barrio “perfecto” de clase alta, o
“acomodada”, lindo, eficiente y, (por más que el macrismo lo intente disimular
con sus artimañas de la visita a “Cacho”) también suele ser frío. Máquinas
expendedoras de tus necesidades. Los supermercados (que muy raramente son de
los chinos que serán sucios pero lo más parecido que nos queda al viejo
almacén) son grandes, limpios, eficientes. No tenés la molestia de tener que
saludar al que vive arriba de tu departamento porque ni lo conocés. Te conectás
durante el día por medio del celular, y, al llegar a tu casa por internet. Ves
series, llamás al delivery y la vida sigue. Hermoso, cómodo, eficiente, me
sirve. ¿Y porqué a veces me siento tan sólo? O peor ¿Hace cuánto que ya parece
que no siento?. Todo de a uno, incluso las imágenes y los materiales, poco
encuentro. (En este punto detenga su lectura y vaya al final, a la nota de
referencia, se lo recomiendo muy especialmente)[i]. A Beto le faltaba el
alma, sentirse con otros, un sentido. Estaba cómodo el chabón todo funcionaba
pero …. no tenia sentido. “La triste estampita de un santo”. Lo máximo en
religiosidad (y ningún gil entienda que estoy hablando de religión sino esa
rara condición/necesidad humana de sentirse junto a otros y a algo) que propuso
el macrismo se configuró en el marco de una cómoda, masiva (adviértase la
diferencia entre masivo y juntarse) propuesta: Que cada uno sepa
respirar, y que “si sucede conviene”, que eran las consignas que alentaba el
nuevo Raví Shankar (homónimo del excelente músico).
Nuestra campaña dice algo
así como “para vivir mejor”. Está bien. También podemos dar vuelta la frase y
por ahí nos abre algo de los interrogantes que pretendo: “Vivir mejor para…” en
búsqueda del sentido. Creemos que crecemos si queremos vivir mejor no sólo para
nuestro núcleo sino para la comunidad. Volveremos sobre “comunidad” brevemente.
Antes recordar otra de las frases que tiene que dejar de ser sólo consigna:
“nadie se realiza en una sociedad que no se realiza” (o algo así). Porque por
las dudas aclaro que la trascendencia, el sentido por el que tendríamos que
apostar y construir no es el de buscar “arriba”, en el más allá, ni tampoco en
las pajeras reflexiones de corte existencial. Insisto, lo adelantó claramente
la Jefa: “La patria es el otro”, el otro, los otros acá, a la vuelta.
Lo que aquí he venido
intentando es conectar en definitiva ciertos aportes de la Psicología
Comunitaria para sostener e impulsar bases más firmes con las que construir las
propuestas políticas. Esto en tanto considero que los espacios en los que
militamos tienen las referencias de lo colectivo. Para llegar a “La comunidad
organizada” es necesaria la existencia de la comunidad. No la suma de las
individualidades.
El neoliberalismo se apoya,
entre otros paradigmas, en un polo de la vieja disputa de la Psicología Social.
De un bando quienes entendían que lo social era la suma de individuos (el autor:
Tarde) y los que concebían que lo social tiene una entidad propia casi llegando
al extremo de la cosificación desindividualizante (con Durkheim a la cabeza).
Ya más cerca en el tiempo y
como disciplina de aplicación, la Psicología Comunitaria discutió el concepto
mismo de Comunidad. Simplemente, y a modo de apoyo de lo ya expresado
mencionaré a un psicólogo norteamericano (Robert Newbrough), si, norteamericano
¿y qué? que supongo que votaría por los demócratas y al que imagino disfrutando
a Wody Allen. Decía que era importante pensar como entendemos y como se
entiende “comunidad” siguiendo dos grandes metáforas. La de la órgánica, de
fuertes lazos, con el imaginario, con la representación social de totalidad.
Pensemos en un pequeño pueblo. Le veía ventajas y desventajas. Las ventajas eran
justamente la pertenencia, la solidaridad, el sentido de destino común. Las
desventajas se podrían resumir en “pueblo chico, infierno grande” y que su
exacerbación totalizante podría llevar a una de sus patologías más serias como
el fascismo (es yanqui después de todo ¿qué querés?). En el otro extremo del
ring estaría la visión de comunidad heredera del contrato social y el auge de las
libertades individuales (corregime Edelmiro mis inexactitudes históricas). Cada
uno es libre y establece con la sociedad un contrato. Bárbaro, me
conviene dirían los mauricios y sus votantes. Pero el bueno de Newbrough
también advertía riesgos aquí. Son los
de la exacerbación del individualismo. También agrega lo de la desocupación y
las patologías sociales (no me gusta llamarlas así) como las adicciones por
ejemplo. Propone algo superador, valorable pero medio naif. Conociéndonos y
conociendo nuestra historia prefiero acercarme al primer polo (con los cuidados
necesarios). Claramente las referencias del autor también nos ubican en lo
feudal (la primera) y el capitalismo (la segunda). Así que creo que estaría
bueno acercarnos un poco más a la de la
metáfora orgánica.
Para no abrumar mas pero
seguir apoyándome en gente seria (y no como uno), diré que otra Psicóloga
Comunitaria muy prolífica, muy bien fundamentada y muy antichavista, la
Venezolana Maritza Montero cuando le tocaba hablar de estos temas recurría a la
necesidad de reconocer y promover en las intervenciones de la Psicología
Comunitaria lo que ella denominaba “Sentido de comunidad”
Para hacer y mantener el
link con lo político traeré algunas citas de nuestro querido Ricardo Forster en
la última “Veintitrés”:
Para empezar:
“…lo que el neoliberalismo
liberó fue la dimensión radicalmente individualista y anárquica…”
Y fundamentando: “Los
historiadores….””…de la escuela francesa…” “…mostrado que lo que mas tarda en
cambiar, lo que les hace más resistencia a las transformaciones de superficie o
a las mutaciones económicas son lo que ellos han denominado ‘las mentalidades’
…”
Y sigue mas adelante: “No
casualmente es la derecha la que siempre recuerda que el verdadero terreno de
la disputa es el que tiene que ver con el ‘sentido’…”. “La novedad del
Kirchnerismo ha sido, entre otras cosas, que supo comprender, en el momento de
mayor dificultad, que sin dar esa batalla cultural sería muy difícil invertir
los términos de la dominación en la Argentina y que, tarde o temprano, la
matriz neoliberal (en su dimensión de producción de subjetividad) regresaría
recuperando el terreno perdido…”
Específicamente a modo de apoyo de lo que aquí
planteamos: “El predominio de una ciudadanía basada en la alquimia del individualismo,
consumismo, mercado y privatización de casi todas las esferas de la vida social
fue generando las condiciones para una significativa mutación en las prácticas
ciudadanas hasta producir modos y formas que desarticularon a aquellas que
venían a expresar las experiencias y las tradiciones de una sociedad todavía
atravesada por los lenguajes de la política y de las identidades culturales
vinculadas a ese universo de representación y acción”
Tomamos como conclusión de
Forster entonces: “El surgimiento del ciudadano-consumidor, personaje muy de
época, autorreferencial, egoísta, moldeado por las gramáticas audiovisuales,
las mutaciones comunicacionales e informáticas y los prejuicios multiplicados junto
con la fragmentación de la sociedad (el subrayado es mío), se convirtió en
el garante de la lógica de mercado, en epicentro de una nueva forma de
ciudadanía que al expandir sus prácticas privatizadoras de la existencia
destituyó, por anacrónicas e inservibles, las experiencias políticas entramadas
en el espacio público y deudoras de construcciones simbólicas desplegadas en
otro tiempo de la historia, allí donde los sujetos, diversos, manifestaban en
sus prácticas modos de afirmar sus identidades y sus deseos de igualdad. La
idea misma de un colectivo social, de un ágora como eje de la vida en común
cayó en el descrédito y en el desuso allí donde lo que se privilegió fue lo
privado, lo íntimo, lo encriptado, el espacio diferenciado, socialmente
delimitado construido sobre las bases de la desarticulación y la fragmentación
propias de un modelo, el neoliberal, que asentó su despliegue y su dominio no
sólo en el imperio de la economía y el mercado (su razón última de ser) sino
acentuando y radicalizando una revolución cultural que vino a subvertir las
herencias igualitaristas de una sociedad que marchó con ritmo frenético hacia
su disolución”.
Quisiera terminar este
artículo. Eso. Pero antes quisiera terminarlo retomando algunas de las
pinceladas escritas al inicio.
Creo que lo que yo pretendía
se resume en algunos juegos de palabras. Sartre era uno de los que diferenciaba
lo que podríamos llamar simple amontonamiento (“serie” en sus palabras), de
grupo (colectivo en las nuestras actuales).
Justamente el ejemplo que
daba era el de que aunque uno podía ver varias personas en un mismo espacio
físico al mismo tiempo, esto no constituía necesariamente un grupo. Justo ahí
casualmente el ejemplo de la cola de un colectivo. Sería la serie de uno más
uno, más uno. Y yo jugaba con la palabra de que aunque están esperando el
bondi, este no es un “colectivo” tampoco. Aunque sea el metro bus.
Con el término “fachada” con
que el macrismo pinta, de amarillo, los centros de salud también jugué con la
connotación “facho”. Pero esto no es lo central. El ejemplo que había traído
respecto de la modalidad informatizada de los turnos es un buen ejemplo de esta
concepción llevara a la práctica en la aplicación de una política social como
la de la Salud Pública. Podemos ver muy claramente las dos concepciones. Una
hegemónica, la amarilla. Y otra la nuestra. El turno informatizado uno a uno
parece y tal vez sea muy cómodo. Pero aplicado como concepción, generalizado y
hegemónico seria antagónico a los Centros de Salud del primer nivel de atención
que se manejan con el modelo colectivo de la Atención Primaria de la Salud,
originalmente social y colectivista. Apuntando a la participación y a un
concepto de profesional que no se restringe a la atención paciente a paciente.
De ese modo, si se le adjudica toda su carga horaria con este esquema se
imposibilitarían las tareas como visitas a las comunidades, las de realización
de talleres, el estímulo a la participación comunitaria en áreas de su interés
y claramente de tipo promocional. Es más si se le pondría a consideración de los
vecinos, los potenciales pacientes, es probable que dirían: Me conviene
la modalidad individual de los turnos. Claro, porque la otra concepción hay que
instalarla y es contra hegemónica. Pero apunta a otro tipo de Salud Pública a
la larga mucho mas integral, eficaz y eficiente.
Conclusión: No siempre hay
que hacer lo que el pueblo quiere. Con lo que estoy cuestionando una de las 20
verdades peronistas. Pero respeto otras como por ejemplo, “nadie se realiza en
una comunidad que no se realiza”
Un abrazo
Eduardo Tissera
[i] El
anillo del Capitán Beto
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.
¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de beto llevaba inscripto un signo del alma.
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.
¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de beto llevaba inscripto un signo del alma.
El flaco, Luis Alberto Spineta
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