lunes, 5 de julio de 2010

Sangre

Hace unos días la Policía Metropolitana de la CABA desalojó violentamente a puesteros que se ganaban la vida en Liniers por vaya a saber qué irregularidades. Ah, sí, defender el espacio público. Es curiosa esa invocación, porque parece ser que en realidad lo que se defiende es a los negocios de la zona -que son privados-, a los cuales los puestos habrían hecho la competencia. No vamos a entrar en la legalidad o ilegalidad de esos puestos. 

Porque en realidad de esto no es de lo que queremos hablar.

En las escenas trasmitidas por tv del desalojo, me llamó la atención la señora de la foto que ilustra esta nota. La señora lloraba por su puestito destruido, y porque había sido golpeada. Mostró los lugares por donde sangraba.

Pensé entonces: qué cosa ¿no? Para defender al espacio público y los intereses privados se pueden usar los métodos que se consideren oportunos -que Macri considere oportunos- sin ningún problema en hacer sangre.   En realidad, ningún poder -con la excepcional excepción de este Gobierno nacional- suele hacerse ningún problema en hacer sangre. Poca, mucha, toda.

No se sabe de ninguna causa que haya llegado a la Corte Suprema por haber sometido a nadie a esa extracción compulsiva de sangre.

Entonces, es muy sencillo: si no es considerado delito herir, aunque sea realizar una erosión mínima a cualquiera por algo tan inofensivo como tener un puesto en la calle -que ni siquiera es un delito sino una infracción-, y que tiene como consecuencia una extracción compulsiva de sangre, no veo por qué en un caso de aclarar un delito de lesa humanidad, imprescriptible, como se trata el de la desaparición forzada de personas y apropiación de sus hijos, no se pueda proceder de la misma manera. Para enfrentar la delincuencia -se supone que esa es su función exclusiva- la fuerza pública está dotada de equipamientos que en su práctica totalidad tienen como efecto hacer sangre. Debería considerarse "el pinchacito" dentro de ese equipamiento y dejarse de vueltas; estamos hablando de posibles delitos cuya resolución -por los obstáculos que a lo largo de ocho años han puesto los implicados- se hace imposible por cualquier otro medio.

Nadie, en nombre de una supuesta violación de la intimidad, puede negarse a dejar sus huellas digitales al hacer determinados trámites.

Nadie preguntó a la señora de la foto si quería que se le extrajera sangre compulsivamente.

Es el momento en que todos juntos, como cuando se viola una regla en la escondida, gritemos ¡Sangre! Esta gente -abogados, el monopolio- ya violó demasiadas reglas en este juego. No pueden seguir jugando a la escondida con nosotros.
RH

3 comentarios:

  1. Muy bueno Huinca. Y bueno el paralelo que trazás.

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  2. En el mismo sentido pienso no es violatorio a la intimidad obligarte a salivar para verificar si has consumido algún tipo de droga , como se hará a los conductores de vehículos? para pensarlo , no ?

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  3. tenés toda la razón anónimo, incluso si vamos al caso, a soplar por alcoholemia, que tu aire es tan de adentro como la sangre... Esperemos que se haga de una vez

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