Mataron a Lugones, y a su hijo.
A Lisandro.
Y a Hemingway.
A Alfonsina (con su soledad). Y a la Pizarnik.
No no, a Hitler no lo mataron, lo trajeron al Calafate, es el que les organiza las juventudes y los carpetazos.
Y a Goering también: el que estaba ahorcado en la celda de Nüremberg era el pescador ese de Santa Cruz que los iba a denunciar.
No no, claro, solos no lo podían hacer. Para no dejar rastros usaron a esa red que tienen con esas viejas corruptas, que llevan 40 años robando con lo de los hijos y los nietos, todos esos que en los 70 se fueron a las playas del Caribe, de vacaciones por Europa, y que ahora, como no están ni vivos ni muertos, pudieron matar a todos esos y no dejar rastros.
Los suicidados, asesinados, los desaparecidos, de vacaciones.
¡Qué país!
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