jueves, 25 de agosto de 2011

Es la realidad, estúpido

Hay una conferencia en Lindau, una islita mínima, de no sé... ¿tres cuadras por tres cuadras? situada en el rincón sudoriental del Bodensee, el lago de Constanza, el cual, como una herida entre el sur de Alemania y los Alpes, ejerce de triple frontera entre el susodicho país, Suiza y Austria. De hecho, la isla, perteneciendo a Alemania, está casi incrustada en los territorios de los otros dos países. Hay cierto simbolismo en la elección de este enclave, que representa algo así como la frontera entre el poder hegemónico virtual -financiero- de Suiza y el industrial -Alemania- bajo la mirada de quien fuera el puente imperialista entre Occidente y el oriente eslavo y hasta asiático -los hunos de Hungría-, Austria.

Y allí, en Lindau, se reúnen 17 premios Nobel, los cuales, por lo visto/oído hasta ahora, no han hecho más que repetir lo que vienen diciendo/escribiendo desde antes, cosa por otra parte absolutamente normal puesto que por eso los premiaron y no vaya ser que tengan que devolver premio y plata.

Y entonces uno lee que Stiglitz dice lo de siempre, vamos que somos -Argentina- un ejemplo a seguir, que crecimos...

..."al 8 por ciento incluso en ausencia de lo que mucha gente considera las ‘mejores’ prácticas económicas, con buenas políticas pero no perfectas”

Y por supuesto están los otros, los que dicen que lo nuestro es suerte, viento de cola, etc.

Y te das cuenta que aún "nuestro" Stiglitz es prisionero de esa jerga que ya debiera estar caducada, en vista de los hechos, "mejores prácticas", "buenas políticas pero no perfectas"... Como pidiendo disculpas.

Y los hechos son que siguen con las mismas fórmulas con las cuales llegaron hasta aquí.

Que al igual que con nuestro riesgo país, en Europa presionan a los gobiernos con la prima de riesgo. Y qué es esto: que unos "expertos" utilizando una serie de fórmulas abstrusas determinan la fiabilidad de un país como deudor, y de acuerdo al resultado se calcula una sobretasa sobre lo que tendría que pagar como intereses. O sea, si los "expertos" dicen que no sos fiable, tenés que pagar más intereses que si los expertos dijeran que sos fiable. Es cuando, agarrándote la cara con las dos manos para que mires fíjamente tu imagen -la que ellos te muestran-  en el espejo, te dicen "es la realidad, firmá acá la refinanciación condicionada a los inevitables ajustes que tu pueblo tendrá que afrontar". Y, tan absorto estabas en la realidad que te mostraban, que no los habrás escuchado susurrar "estúpido" mientras estampabas la firma que condenaba a tu pueblo a la desgracia.

Ni se te ocurrió decir/pensar "si con las tasas normales no te pude pagar ¿cómo voy a a conseguir pagarte con sobretasas?" 

¿Y cómo puede ser eso, cómo puede ser que ni se te ocurriera? ¡Claro, porque no lo vas a tener que solucionar vos! ¡Porque lo va a tener que afrontar quien te suceda en el cargo! Qué triunfo ése, el de limitar la duración de los cargos políticos, mientras ellos se eternizan.

Pero igual, lo que más te pesó es lo de la realidad (estúpido). Ante esa realidad que te muestran, renunciaste al instinto, que en aquellos que ven por primera vez una TV encendida se van a mirar detrás, y comprueban que detrás no hay nada, que esa realidad que ves es sólo que te quieren mostrar.

Estos días pensaba que de algun modo todo ya ocurrió, que,  sabiendo leer, sabiendo mirar, la historia sigue siendo el espejo imprescindible para poder afrontar en mejores condiciones a la aterradora realidad -esa que te muestran para que te aterre-, que, como la visión de la Medusa, te convierte en piedra.

La historia entonces es como el escudo de Perseo, que, espejado, le permitió afrontar a la realidad/Medusa sin quedarse paralizado -o sea, no firmando lo que no tenía que firmar, no entregando a su pueblos a la voracidad de los carroñeros-


Entiendo entonces que lo que nos quería decir el narrador del mito es que la realidad es demasiado terrible para verla de frente, y que, la perspectiva que te da el espejo te permite afrontarla, cambiarla.

Que, como leí por ahí, no debe confundirse la realidad con lo real.

Digo entonces que:


Aunque te insistan mucho, nunca mires a la realidad de frente, porque perdés la perspectiva.

Y perdés.

RH

1 comentario:

  1. Es buena la idea de cambiar la perspectiva. Es necesario.
    Estoy leyendo el libro de Stiglitz, El malestar en la globalización y, hasta ahora parece más una autobiografía. Con una visión demasiado inocente. Supongo impostada. Pero leyendo lo que decís que dijo, ¿no sera realmente así? ¿O es que ni siquiera esta crisis permite renegar de los paradigmas establecidos?

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