sábado, 5 de octubre de 2013

ENFRENTAR LA DESTRUCCIÓN

Sigamos.

Es que si uno hiciera una lista, llegaría a la conclusión inevitable de que esto está plagado de aventureros extranjeros dispuestos a ocupar el país para su anexión y ocupación.

Impresiona, pero es así.

Es inútil tratarlos de o pensarlos como traidores; ellos son fieles a otra bandera. No sé que se hace en estos casos. Pero resulta delirante que nuestras discusiones no sean políticas, sino que sean casi étnicas, de una forma extraña, pero por ese estilo; algo que prioriza la negación del ser del otro, por encima de discutir lo que el otro -nosotros- diga.

Nosotros nos estamos haciendo preguntas todo el tiempo, nos criticamos mucho, incluso creo que demasiado a veces porque asumimos cosas que hacen "ellos" como falencias nuestras...

Y destinamos mucho tiempo también a discutir las contradicciones de su discurso, cuando es total y absolutamente al pedo.

¿Por qué? Por que a ellos sus contradicciones les dan lo mismo. Su relación con la verdad es -diría-inexistente. Son como virus cuya función es distraernos de lo que de verdad tenemos que hacer, construir, curar, educar.

No sé como, pero hay que generar anticuerpos, o por lo menos, aprender a taparse las orejas. Podría decirse que este texto en sí mismo va en contra de dicho objetivo. Puede ser. Pero puede que no, la intención es esa: que no.

Yo no quiero ser igual a ellos.

A ver: el desafío, lo que propongo es que pensemos como enfrentar esta enfermedad que nos aqueja como sociedad, que intenta por todos los medios parasitarnos, debilitarnos hasta el boderde de la extinción. salir además de esos discursos a los que nos acostumbramos, de "traidor", "antipatria", "cipayo", etc, que resulta tan cómodo y tentador, y que además les facilita la tarea a ellos, porque transforma la disputa en algo retórico, y desenfoca lo verdaderamente importante, crítico:

Que su perspectiva, sus "propuestas" de "modernización" y "apertura" tienen consecuencias catastróficas INMEDIATAS en una parte importante de la sociedad, y, en el medio plazo, en el resto -exceptuando obviamente a quienes viven de la desgracia ajena, que son estos-. Mala gente, de la peor, en todo sentido.

Y ojo: sobre lo que llamo la atención, es que estos tipos, estas enfermedades de nuestra sociedad actúan como un incendio, como un terremoto: su efecto destructivo es inmediato, y se tardan años -otra vez- en arreglarlo.

Se me ocurre que, si logran generar otra vez un "grupo Ajjjj", y con la decisión de destruir que esta vez no dejarían de ejercer, la jefa comenzaría a vetar, muy pero muy explicadamente. Es una prerrogativa que tiene, y creo que estaría buenísimo que la ejerciera.

Igual, quien sabe si perdemos. Por ahi hasta ganamos, y podemos seguir avanzando, en esto de construir, curar, educar.

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